Las viejas lámparas instaladas originalmente en la emblemática estación de tren fallaban con frecuencia y cambiarlas requería un equipo elevador especializado que, por motivos de salud y seguridad, sólo podía utilizarse a determinadas horas de la noche, cuando el vestíbulo estaba vacío. La estación necesitaba nuevas luminarias mucho más fiables y eficientes desde el punto de vista energético, pero, para mantener el aspecto original del edificio, debían tener la misma apariencia que las antiguas lámparas.